Tarta de queso La Viña en Mambo
Hacer Tarta de queso La Viña en Mambo es muy sencillo gracias a la receta que compartimos en esta entrada de cocinaenmambo
Origen de Tarta de queso La Viña en Mambo
La Tarta de Queso «La Viña» es un postre icónico originario del País Vasco, específicamente del bar-restaurante «La Viña» en San Sebastián. Se hizo famosa por su textura cremosa y su característico horneado dorado, logrando un equilibrio perfecto entre lo suave y lo tostado. Desde su creación, ha conquistado paladares en todo el mundo, convirtiéndose en un clásico imprescindible en muchas pastelerías y hogares.
Como hacer Tarta de queso La Viña en Mambo
450 gramos de queso crema.
160 gramos de azúcar.
15 gramos de maicena.
200 ml de nata de montar.
3 huevos.
Instrucciones para hacer Tarta de queso La Viña en Mambo
Lo primero que hacemos es colocar las cuchillas en su sitio, que ya sabemos que sin ellas poco vamos a batir. Mientras tanto, encendemos el horno y lo ponemos a 180ºC para que esté listo cuando lo necesitemos.
Ahora viene la magia. Cogemos los huevos, el azúcar, la maicena, el queso crema y la nata y los echamos en el vaso de Mambo. No hace falta que lo hagamos con mucha ceremonia, lo importante es que todo acabe ahí dentro. Programamos a velocidad 4 durante un minuto y dejamos que Mambo haga su trabajo. En este tiempo, podemos ir preparando el molde: lo forramos con papel de horno para que luego no haya dramas al desmoldar.
Cuando la mezcla esté bien homogénea, la vertemos en el molde sin perder ni una gota. Luego, al horno con ella. Aquí tenemos que tener paciencia porque se va a quedar dentro unos 45-50 minutos. Mientras tanto, podemos aprovechar para recoger la cocina o simplemente esperar impacientes mirando por la puerta del horno cómo se dora.
Cuando veamos que la superficie está bien doradita pero aún tiembla un poquito en el centro, es el momento de sacarla. No nos preocupemos si parece que aún le falta algo, porque al enfriar cogerá la textura perfecta. Dejamos que repose fuera del horno hasta que se temple y, cuando ya no esté tan caliente, la llevamos a la nevera.
Ahora viene la parte más difícil: esperar a que enfríe bien. Lo ideal es dejarla unas horas, pero si conseguimos aguantar hasta el día siguiente, mejor todavía. Al sacarla, nos encontraremos con una tarta increíblemente cremosa, con ese toque tostado por fuera y ese interior que se derrite en la boca.
Lista para disfrutar, sin más complicaciones.
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